Pichon-Rivière a comienzos de los años 30

Kandinsky 1923
Kandinsky 1923

Antecedentes lejanos del Pichon-Rivière fundador de una psicología definida como social

Fernando Fabris

Para Citar: Fabris, F. (1999). Pichon-Rivière a comienzos de los años 30. Antecedentes lejanos del Pichon-Rivière fundador de una psicología definida como social. En Revista Temas de Psicología Social, Publicación de la Primera Escuela Privada de Psicología Social fundada por el Dr. Enrique Pichon-Rivière. Octubre. Nº 18. Bs.As. Argentina. (pp.117 -140)

“La trayectoria de mi carrera, que puede describirse como la indagación de la estructura y sentido de la conducta, en la que surgió el descubrimiento de su índole social, se configura como una praxis que se expresa en un esquema conceptual, referencial y operativo.” (subrayado mío, FF)
Enrique Pichon-Rivière
Prólogo al “Proceso Grupal”

Tareas vinculadas a los Hospitales Psiquiátricos realizadas en el marco de la Red Nacional de Arte y Salud Mental de la que soy integrante me relacionaron en cierta medida casualmente a un joven profesional, Ricardo Silva con quien establecimos una amistad que tiene entre sus componentes fundacionales la admiración por la obra y la figura de Enrique Pichon-Rivière.

Ricardo tuvo la idea de presentarme a un distinguidísimo miembro del Centro Médico de Mar del Plata, el Dr. Miguel Jörg1 a quien conocí en una cena que compartimos en aquella bella ciudad. En esa ocasión, septiembre de 1998, y a lo largo de casi 4 horas de conversación pude escuchar a Miguel –como él me pidió que lo llamara- hablar sobre figuras como Bertrand Russell, Roberto Arlt, Jhon Pescada y Pichon-Rivière.

Miguel, quien fue durante 14 años jefe de laboratorio de la Expedición de Salvador Mazza (MEPRA) y que tiene publicado alrededor de 500 trabajos científicos vinculados a las enfermedades transmisibles, fue compañero, amigo y testigo de Enrique Pichon-Rivière en una época que podríamos definir como de búsquedas iniciales. Guardó recuerdos y anotaciones de aquellos años que hablan de la personalidad del Enrique Pichon-Rivière de entre 23 y 33 años. Aquellos registros dan extenso testimonio de los intereses científicos de Pichon muy previos a la época en que este conoció a las personas con las que años después fundaría la Asociación Psicoanalítica Argentina. Entre las cosas conservadas por Miguel tal vez sea la más significativa una definición de conducta que elaborara Pichon en los años 35-36. En aquella definición puede encontrarse el punto inicial de aquella preocupación que Pichon-Rivière definió como medular: el estudio de la “estructura y sentido de la conducta».

En aquella antigua definición que Miguel Jörg salvó del olvido, están presentes, al igual que en otros testimonios, los rasgos definitorios de este “hombre excepcional” que fue, al decir de Jörg, Enrique Pichon-Rivière.

Actitudes e intereses de Pichon

Jörg describe al joven Pichon-Rivière –años 1930 a 1940- como un buscador incansable, con una capacidad genial en lo que a actitud científica se refiere. Lo define como una persona cuyo interés fundamental era comprender “la variedad de las conductas humanas”. Dice que con ese fin solía hacer extensas encuestas a las personas que tenía cerca sobre sus gustos, inclinaciones y la forma y ambiente en que habían sido criados. Pichon tenía ya por aquel entonces, al decir de Miguel, tres características propias de los grandes hombres: “pasión, continuidad –no conocía el ocio -, y gran creatividad”.

Miguel Jörg se conoce con Enrique Pichon-Rivière en el Curso de Actualización que organiza en el año 1930 el Centro de Estudiantes de la Facultad de Medicina de Capital Federal.

Pichon concurre –teniendo ya conocimientos de fisiología del sistema nervioso- a éste Curso dictado por Jörg que trataba sobre las correlaciones entre el sistema nervioso de distintos animales y el comportamiento de los mismos –particularmente descubrimientos recientes sobre el S.N. del grillo-. Jörg en su calidad de Dr. en Ciencias Naturales – recibido en Alemania siendo aún muy joven- dictaba aquel Curso de Anatomía Comparada. Pichon se apasiona con aquellos temas y a partir de allí se funda una relación cuyo interés central giró en torno al estudio de la neuropsicología2. Es desde este marco conceptual –neuropsicológico y social- que Pichon elabora pocos años después una definición de conducta que puede considerarse precursora de los desarrollos del “último Pichon”, aquel que da cuenta definitiva –como él mismo señala- de los cambios en su esquema referencial al publicar la serie que titula “Del Psicoanálisis a la Psicología Social”.

Intereses y gustos artísticos

Otro interés que compartían estos jóvenes amigos eran los referidos al arte. Según Miguel, Pichon estaba profundamente interesado por la obra Salvador Dalí y del surrealismo en general –años después como es conocido se interesaría por la de Picasso -. Además le inquietaba comprender el significado del arte abstracto que producían pintores como Paul Klee y Vasilio Kandisky. Ambos pintores vinculados a la Bauhaus que tenía origen en Alemania por aquellos años.3

En lo que se refiere a lo musical Pichon gustaba del tango pero, por aquel entonces, mucho más aún del Jazz, particularmente el más antiguo, el Dixie Jazz que decía que no estaba contaminado por el intento posterior de conquistar al público blanco. Pichon había elaborado una serie de hipótesis acerca de las distintas etapas de desarrollo del Jazz y su relación con el movimiento de liberación de los negros. Le asombraba lo que habían logrado los negros a partir del mismo. Contrariamente a esta valoración positiva del jazz –al cual admiró toda su vida- se pronunciaba despectivamente sobre los valses vieneses a los cuales definía como el “refugio bailable de los mediocres”.

Jazz más que Tango

“No era su afición más importante el Tango. A veces íbamos pero le interesaba más el Jazz por una cuestión psicológica que era la defensa del negro y de cómo había conquistado un lugar en el mundo entero a partir del Jazz. Era el Dixie Jazz que era la forma más antigua del jazz negro. El comentaba sobre como lo habían modificado para que le interese más al blanco, era más lento. Duke Ellington era uno de los que había modificado el antiguo jazz, más rítmico; les interesaba conquistar al blanco.»

La tristeza

Es curioso pero el Pichon de aquellos años es descripto por Jörg como una persona más bien introvertida aunque de ninguna manera triste. Esto contrasta con múltiples semblantes posteriores que lo definen como teniendo una franca tendencia a la depresión.
Dice Jörg, y en esto coincide con muchas otras personas, que cuando se le planteaba algo, se le daba un pié , Enrique comenzaba unos riquísimos diálogos y hacía observaciones y reflexiones que eran sorprendentemente profundas. Se daban así largas horas de conversación.1 El área que abarcaban sus conocimientos era muy extensa y comprendía los temas más disímiles, desde los “sistemas de integración funcional” del sistema nervioso hasta temas cotidianos como por ejemplo la vida de los cocheros de plaza.

¿Era una persona triste Pichon?
• No. En nuestros contactos no. Era sereno. No era efusivo ni extrovertido. Más bien espectador, pero si uno le daba pie, en el chiste y la broma ahí si. Por cosas que él me decía, yo tuve la impresión de que cuando se unió a Arminda Aberasturi no tuvo una total satisfacción matrimonial, desde el punto de vista espiritual.

Pichon-Rivière como es sabido se interesó por la política fundando en su juventud el Partido Socialista de Goya. Posteriormente no militó en partidos políticos. Jörg refiere que Enrique tenías desconfianza de lo que sucedía en la Unión Soviética en los años ’30 sobre todo respecto de que se volverían a generar privilegios y por lo tanto una nueva explotación. No obstante entre los libros que estudiaba se encontraba “El Capital” de Marx. Por aquel entonces le pidió a Miguel Jörg –que hablaba perfectamente el alemán- que le tradujera algunos fragmentos del original alemán ya que tenía dudas que la traducción francesa que tenía fuera correcta. También es conocido que Pichon fue parte de organizaciones de apoyo a la República Española y que había tenido la intención de sumarse a las brigadas internacionales que por entonces cooperaban con la República.1

Pichon no tenía un apego especial por las cosas que escribía ya que las consideraba pasos intermedios de lo que siempre estaba inventando o creando. El Pichon de aquellos años según Miguel, no era afecto a comprar libros sino más bien a ir a Bibliotecas y hacer resúmenes. Juntos recorrían continuamente las de Capital Federal. Enrique ponía el esfuerzo principal en el registro de las conclusiones que sacaban. Cuando necesitaban–con una máquina Agfa de Miguel-, sacaban fotografías de alguna página que les interesaba. 2

Volviendo al tema inicial, el carácter triste o no de Pichon, hay un comentario significativo que recuerda Miguel. Avanzada la amistad entre ambos Pichon le dijo en una ocasión que sentía particular afecto hacia él ya que “parecía no conocer la tristeza”. Conocer hoy al Dr. Miguel Jörg es en algún sentido compartir aquella percepción de Pichon-Rivière ya que este joven de 90 años trasmite hoy una vitalidad y lucidez notable, como creo que él sabe aunque en función de la humildad científica que lo caracteriza no promocione.

Lo cierto es que la tristeza en el Pichon-Rivière de los años 30 no parece tener ese lugar tan central que va teniendo en años posteriores.
Pichon se refería por aquel entonces, con cierta nostalgia, a Ginebra a pesar de haber vivido allí sólo su primerísima infancia. Sus referencias al Conde de Lautremont, eran habituales aunque más bien a través de chistes o ironías.

Lautremont y el surrealismo

“Lautrémont era motivo de continuos comentarios aunque más bien humorísticos. Allá por el 32-33. No tengo anotado sobre ello. Sobre el surrealismo era muy aficionado. Le fascinaba Salvador Dalí, había estudiado toda la biografía de él…Mostraba como en Velázquez había antecedentes del surrealismo.”

La influencia de Roberto Arlt

Por aquellos años Miguel (Jörg), Roberto (Arlt) y Enrique (Pichon-Rivière) formaban con cierta asiduidad un trío de jóvenes amigos que compartían experiencias. Los tres habían trabajado en el Diario “Crítica” que dirigía Natalio Botana. Enrique visitaba con frecuencia la casa de Miguel. Arlt también. Roberto (Arlt) le decía en tono chistoso a Miguel que aprenda a comportarse correctamente como Enrique (Pichon-Rivière), que vea las finas camisas que usaba y que aprenda, que él si (Enrique) iba a llegar lejos.
Roberto Arlt había conquistado la aceptación de la madre de Miguel a través de interesadamente alabar la voz de contralto que ella tenía. La madre de Miguel, que lo había visto al principio con desconfianza, luego de aquel comentario se presentó en la pieza donde estaban reunidos los amigos con un café con leche y galletas para cada uno.
Por el contrario Pichon era sumamente correcto y se ganaba la aceptación de la madre de Miguel en base a cortesías y por medio de dialogar en francés con ella. Esta era una actitud constante en el joven Pichon-Rivière que en el diálogo cotidiano, intercalaba en sus comentarios frases en francés que lo situaban, al decir de Miguel Jörg, en el estilo de “bon faire” francés.
Enrique a su vez le sugería al joven Miguel que no use lenguaje de reo. El campeón del reo e “irrespetuoso” era Roberto que era capaz de poner un dedo en la sopa para asegurarse que nadie más tomara y así él tuviera lo suficiente. O proponer, en el año 36, en pleno café Tortoni y para escándalo de lo más selecto de la literatura porteña, que se le hiciera un homenaje a Jhon Pescada, desconocido inventor del inodoro. Arlt se festejaba y persistía en estas actitudes. En una ocasión llamó por teléfono a Enrique para que se acerque a un cafetín de la Boca a conversar con unos ladrones que en diálogo con Arlt querían aprender formas de robar sin ser descubiertos.1

Pichon Riviere y Roberto Arlt trabaron posteriormente una intensa amistad. La diferencia de caracteres de ambos en aquel comienzo y la presencia en el Pichon adulto de algunos gestos de irreverencia “arltianos” son seguramente signos de una identificación profunda con él.
Ya por aquel entonces –cuenta Miguel- Pichon-Rivière le reconocía a Arlt la gran capacidad de observación que este tenía respecto del hombre de la calle, de la gente común. Este es otro de los rasgos de identificación y herencia que Pichon-Rivière reconoce explícitamente en Conversaciones… para con Arlt a quien define como su maestro.

En Crítica.

“La época más intensa de nuestra relación fue entre los años 34-35 ya que nos encontrábamos en el diario Crítica. Yo era colaborador, tenía una columna de divulgación científica y Pichon-Rivière también escribía allí”. “Arlt era otro de los que trabajaban allí”.

“Tenían cada uno un sentido distinto de la genialidad. La genialidad intelectual, científica de Enrique contrastaba con la genialidad de Roberto Arlt en lo que Enrique le reconocía, la capacidad de análisis del mundo de la calle, de los contornos y elementos sociales más crueles, más difíciles.”
“Luego Pichon, en el 36, tuvo un disgusto y una situación casi violenta, una discusión con Natalio Botana. En Crítica hasta el 30 era Jefe de Redacción un tal Vedoya; luego Petrone que era mucho más crítico. Llegaron a un acuerdo ó algo así con Botana y Pichon se va del diario. Pichon no era manejable ni de dejarse manejar. Eso le debe haber traído seguramente más tarde problemas en la APA”.

Las ideas originales

Lo que es curioso –aunque no tanto en Pichon- es que casi no se conserven escritos ó notas de aquella época fermental.1 Ana Quiroga comenta que en un momento de recopilación de la obra de Pichon se hizo evidente la ausencia de signos de aquella etapa. Pichon recordaba haber perdido entre otros escritos uno llamado «El Delirio de Frégoli”. Miguel conservó – sin saber la importancia que tomaría más de 60 años después- notas acerca de las ideas que compartían y definiciones y frases originales de Pichon. Se agrega a esto una serie de tres poesías del año 1936 llamadas “Existenciales”.

Precisiones

“Entre el 31 y el 32 asistió a mis clases sobe anatomía comparada, adaptación y medio ambiente y entre el 32-33 empezaron a florecer sus ideas. En el año 36 yo empecé a viajar más y no nos veíamos tanto. En el 42 es absorbido por la APA. En aquel tiempo había mucho de cafetín. Entre ellos estaba Federico Aberasturi que era embriólogo y amigo mío. Por aquel entonces escribíamos poesías.»

Es el propio Pichon quien ubica en el comienzo del Prólogo a “Del psicoanálisis a la psicología social. El Proceso Grupal” una poesía que escribió a sus 17 años. “Connaissance de la mort.” Esto no es extraño ya que utilizaba el lenguaje poético con asiduidad. La aparición de las tres poesías de 1936 que aquí presentamos vienen agregarse a las muy pocas que se conservan. Es otro área donde se expresa ese poco apego que mostraba Pichon-Riviere para con lo que producía.

Antes de pasar a las ideas originales de aquel joven Pichon-Rivière veamos estas poesías que como decíamos estaban hasta aquí inéditas.

EXISTENCIALES

Todo lo que veo y siento
es recuerdo o su sombra
memoria densa e inquieta
que me atiza
con cada paso transcurrido
Cajón desnudo
que atesora silencios
Que aun agazapados
saben alcanzarm

con destellos a mi todo
entre laberintos de imágenes
que devoran mi pasar
en lenta fragmentación
de certidumbres y dudas
Ya que mi rostro de entonces
ya no es el mío

***

Quieras confundir al desaliento
de la incógnita callada
que buscas despejar
con presurosa curiosidad
Pero ella no conoce
precipitada entrega
y sólo es máscara luminosa
que gira y se deshace
en fatigado abismo

***

Crueles evidencias del desgaste
Avizoran el horizonte del fin
Presunción del viento
y su polvo de cubrirlo todo
La huella inevitable del recorrido
Hundida en tu propio seno
de derrotadas ilusiones
Te empuja en destino incierto
sobre la constelación del vano eco
Línea que te es fiel
para quebrantar signos detenidos.

 

En la primer poesía la memoria, el paso del tiempo. Tema de indagación de Enrique Pichon-Rivière también en los últimos momentos de su vida. En la segunda la incógnita, la curiosidad, la ilusión y el desaliento. En la tercera otra vez el tiempo, la “huella inevitable del recorrido” y el “destino incierto”.

Pichon y Miguel gustaban pasear en canoa por el Tigre. Era Miguel quien remaba ya que a Enrique le gustaba, recostado, mirar al cielo. Solían hacer relatos poéticos espontáneos basados en lo que le sugerían las nubes, el cielo. En un enlace poético afirmaba Pichon, contemplando el paisaje de canales e islas, que “el hombre interioriza el paisaje” y que es debido a eso la calma que ellos sentían en ese momento, cuando viajaban en bote por allí. Agregaba que lo vivido en la infancia también era interiorizado y daba un tono emocional específico y particular a las distintas personas.

Como comenté al comienzo ambos se reunían –particularmente en el tiempo que más se frecuentaban, años 34-36- a estudiar sobre neuropsicología. La estudiaban de autores alemanes. Del sistema nervioso de los insectos pasaban al de los mamíferos y de allí al de los seres humanos. Pichon consideraba –y exponía muy claramente- que la diferencia esencial entre los animales y el hombre estaba dada por la capacidad de reflexión y variación de las conductas que le es posible a los segundos. A la vez hablaba de “circuitos de integración funcional” y no de “centros” nerviosos como era habitual en esa época. Decía que las zonas cerebrales “presiden” funciones nerviosas pero no las determinan completamente. Incluía la idea de circuitos ya que el sistema motor y muscular eran partes indispensables del funcionamiento nervioso. Podía estar alterada una zona del cerebro pero había otras que podían suplir su función lo que explicaba la existencia de actividades conservadas en personas con daños cerebrales diversos.

Estas ideas son las vigentes hoy, a un año del siglo XXI pero eran completamente avanzadas a comienzos de los años 30 y si bien estaban presentes en los más avanzado del pensamiento neuropsicológico mundial no era habitual que alguien las sostenga en nuestro medio.
Pichon estaba interesado particularmente en la influencia de los núcleos de base del cerebro ya que se sabía que toda reacción nerviosa incluye la consulta previa a estos núcleos vinculados a la afectividad. Por este motivo toda respuesta cognoscitiva implicaba una previa cualificación en agradable o desagradable del estímulo. Decía que se formaba así la “caja secreta” en la cual se almacenaba la memoria de lo vivido intrauterinamente y en la vida posnatal primera. En esta “caja secreta” estaban las claves de las distintas y particulares reacciones de las personas. Pichon decía que el psicoanálisis permitía “abrir una ventanita” en esa caja secreta.

 

Sobre los circuitos de integración funcional

“Había un hecho muy curioso en Pichón, fue el primero al que yo oí hablar de circuitos de integración funcional. Se hablaba siempre de los centros nerviosos, el centro del lenguaje, el centro de la actividad muscular, el centro de la capacidad de bailar, todos centros. Sin embargo Pichón fue el primero que determinó por lo menos en mi conocimiento, de que las actitudes, las respuestas en la conducta humana, incluso en el comportamiento animal no responden a centros exclusivos, sino a la reunión de un centro que preside la acción. Por ejemplo el centro del lenguaje (la zona llamada de Wernicke) en el cerebro humano preside al lenguaje pero no lo determina. Tal es así que si se lesiona el centro, la persona puede dejar de hablar, pero no es que deja de hablar solo por el centro sino también por que puede faltarle la activación dinámica. El lenguaje exige el dominio de los músculos de la glotis y de la lengua para emitir el sonido articulado, de manera que puede haber una persona que tenga lesiones de los centros motrices del lenguaje conservando el centro del lenguaje, a tal punto que hay personas que pierden el habla y pueden seguir escribiendo o pueden seguir haciendo signos mediante el lenguaje de los sordomudos de manera que el centro del lenguaje es preservado y lo que ha fallado ahí es la cadena motriz del lenguaje, de manera que él fue el primero que introdujo que la conducta humana está regida no exclusivamente por centros nerviosos sino por circuitos que enlazan el centro director de determinada actividad con los elementos motores. Porque todo lo que el ser humano traduce es o mediante el lenguaje hablado, mediante gestos o mediante una actitud motriz, caminar, andar, enfrentar, huir.
De manera que eso es muy importante, fue el primero que oí hablar de que la conducta humana se rige por circuitos neuropsicológicos de integración funcional más que por simples centros psicológicos o nerviosos.”

Nos referimos ya a que el interés principal de Pichon por aquellos años era investigar la causa de la diversidad de las conductas humanas. Para esto hacía investigaciones de la conducta de distintas personas mediante encuestas elaboradas por él mismo.1 En base a estos datos y como vimos en base a una concepción del cerebro caracterizada por la plasticidad, la complejidad y la integración de niveles neuro-psicológicos llegó a la conclusión de que los factores que determinaban la variedad de conductas son las siguientes:

La percepción sensible vinculada a la capacidad de entrar en contacto con el entorno. Esta función preside a todas las demás. Luego la actitud calificante, judicativa y discriminatoria paralela al despliegue de la imaginación. Esta capacidad de juzgar es la base de establecer conceptos y decisiones.

Esta función se modificaba por una actividad “estelar” -ya que tenía varias puntas-. . Entre ellas la consulta previa a una especie de guía intuitiva vinculada a la memoria que da el tono emocional a la conducta. Esta consulta previa está, a la vez, determinada neurofisiológicamente. Llamaba a este área la “caja secreta” de la personalidad.2 En estrecha relación con esta memoria arcaica se articulaba la imaginación a la que Pichon se refería como las “sombras errantes del tránsito de nuestra conciencia”. En base a todos los elementos descriptos se desarrolla la personalidad y le es posible al hombre la anticipación y la planificación y construcción de un proyecto.

Veamos aquellas concepciones de Pichon-Rivière en la primera mitad de la década del 30 en las propias palabras de Miguel Jörg.

Concepción del sujeto a comienzos de la década del 30

“Tal es así que él sostenía, recuerdo, que la primer cuestión que influye en la conducta humana es la percepción sensible, ligada a la función de presencia, la capacidad de entrar en contacto con el entorno. La percepción sensible preside a todas las demás funciones cognoscitivas. La segunda alternancia era la actitud calificante, judicativa y discriminatoria paralela al despliegue de la imaginación. En efecto la percepción sensible es pasada por un filtro, por esa actitud calificante, judicativa y discriminatoria decía Pichón, y que tiende a calificar la relación entre el protagonista y otros seres o ambos con el entorno de su actuación, poner en juego la capacidad de juzgar para establecer un concepto o una base de decisiones. Era la segunda parte que él consideraba sumamente interesante.
Esta función se modificaba después por varias cosas. En primer lugar la actitud calificante se desplegaba en una especie – él decía siempre- de actividad estelar, una estrella de varias puntas, de varias cosas que se ponen en juego simultáneamente.
El individuo una vez que percibe algo consulta primero – hay una rápida consulta previa que inclusive está determinada fisiológicamente -. Pasa por el registro subconsciente de la actitud o guía intuitiva para dar el tono emocional. Cada una de nuestras actitudes tiene un tono emocional que está dado por éste registro subconsciente, que queda oculta, que Pichón la llamaba “la caja secreta de la personalidad”, que nadie sabe lo que hay guardado ahí dentro porque no puede recordar que es lo que lo ha impresionado antes de haber nacido o después de haber nacido hasta que adquiere la capacidad de discriminar por su cuenta. Lo que tiene un periodo muy variable, generalmente es muy primitivo, hasta que el niño adquiere el habla y entre el habla y el aprendizaje del lenguaje pasa un cierto tiempo. Luego todo este registro se hace, se establece en un archivo memorial, la memoria que refleja sobre el hecho actual, los conocimientos y las experiencias pasadas. Finalmente la imaginación que evoca en nuestro ambiente elementos que no existen en el entorno y que el individuo es capaz de crear mediante elementos que ha recogido de la realidad elabora edificios ideatorios absolutamente irreales e ilógicos. Y no solamente la memoria permite evocar y revivir lo que ha acontecido, sino que aún es capaz de revivir -Pichon tenía un término para eso- “las sombras errantes del tránsito de nuestra conciencia”, es decir esas sombras que inspiran las fobias, inspiran los deseos irrepresibles, es decir ciertas aficiones, o ciertos gustos que uno no puede remediar. Además la base de todo eso permite construir lentamente la personalidad, con lo cual el ser humano puede anticipar lo que le puede suceder y sobre la base de prevenciones y ajustes discriminatorios puede planear y proyectar su vida hacia el porvenir.”

 

La definición de conducta

Por aquel entonces Pichon-Rivière elaboró lo que es desde cierto punto de vista lo más significativo de lo recuperado de aquella época. Miguel Jörg conservó notas precisas sobre como Pichon definía la conducta. Es notable la similitud que tiene esta definición, elaborada con anterioridad a 1936, con la que Pichon –basado en Lagache- conceptualizará y sontendrá en el último tiempo de su producción teórica. Pichon definía por aquel entonces –años 35-36- la conducta como la:

“Percepción y estructuración de vínculos con carácter egocéntrico, para crear una situación, frente al ambiente y la circunstancia, mediante la interacción de múltiples circuitos sensoriales y la consulta o la filtración a los grupos neuronales de impronta inicial de aprendizaje, experiencia y reflexión.”

Analicemos por partes esta definición:

a) “Percepción y estructuración de vínculos…”

Aquí Pichon señala el carácter activo del sujeto en cuanto a la recepción y organización, en su mundo representacional, de los vínculos externos. Se ve también una jerarquización de la noción de percepción que reaparecerá en definiciones posteriores en las que se refiere a los procesos de “percepción, depositación y resonancia” que intervienen en las cogniciones.

b) “…con carácter egocéntrico…”

Nuevamente el sujeto en el centro de esa conducta como su estructurador. Es desde el propio sujeto y desde su perspectiva que se realizará la ya nombrada “percepción y estructuración de vínculos”. Más adelante Pichon dirá que es el “self” –núcleo del yo- que proyectará objetos y vínculos y actuará lo depositado. También dirá que la fantasía inconsciente es la “estrategia inconsciente de satisfacción de una necesidad”. En esta definición última, perteneciente al Pichon ya maduro reaparece el carácter dialéctico y centrado de la producción subjetiva. El “carácter egocéntrico” dirá en 1935/6. La necesidad y la estrategia de satisfacción de la misma orientará la producción subjetiva según el Pichon posterior.

c) “…para crear una situación…”

Esta frase puede entenderse articulándola con la siguiente. Entiendo que refiere a la cuestión de que el sujeto a través de su conducta debe generar respuestas “significativas” y “direccionales”. Lo dice en 1936 con el concepto de “crear una situación”. Nuevamente aparece el lugar del sujeto como activo y estructurante. Con el concepto de “situación” usado en este contexto entiendo que se refiere una “circunstancia” de la cual es parte inseparable el sujeto; este es determinado por “el ambiente y la circunstancia” pero es determinante en tanto “crea una situación” frente a los mismos. El sujeto toma partido, se posiciona, organiza el campo de su experiencia. Es decir es no solo producido sino inseparablemente productor.

d) “…frente al ambiente y la circunstancia…”

Nos referimos en “c”, en alguna medida, a estos conceptos que dijimos deben comprenderse con relación a aquellos. Falta consignar que aparecen aquí los elementos más objetivos e independientes del sujeto: “el ambiente y la circunstancia”. La “situación” es la estructura que se establece con la participación del sujeto. La noción de ambiente y circunstancia parece subrayar el punto de vista objetivista –materialista- de Pichon para quien el mundo existe –y produce efectos- con independencia del sujeto.

e) “…mediante la interacción de múltiples circuitos sensoriales…”

Está aquí presente la valoración que Pichon-Rivière nunca dejó de tener respecto de una de las bases materiales de la conducta humana: el cerebro humano y el sistema nervioso en general. Aparece ya en 1936, como vimos anteriormente, visto desde la complejidad de su estructura y función. Es por medio de la “interacción de múltiples circuitos sensoriales” articulados a grupos neuronales que el sujeto procesarán la información y orientará su conducta.

f) “…y la consulta o la filtración a los grupos neuronales de impronta inicial de aprendizaje, experiencia y reflexión”.

Nos referimos ya a la “caja secreta”. Aparece en esta definición nuevamente (“grupos neuronales de impronta inicial”) . Pichón valora aquí sin duda los primeros aprendizajes como lo hará más tarde al poner especial interés en conceptualizar “los procesos de maduración y desarrollo”. Nuevamente la jerarquización de lo biológico (que desde siempre será “biológico-humano”) y por otro lado la anticipación de algo que va teniendo en años posteriores un lugar muy central. Me refiero a lo que aparece en la finalización de esta temprana definición de conducta: “aprendizaje, experiencia y reflexión”. Conceptos principalísimos en el Pichon maduro que entenderá como sinónimos las nociones de aprendizaje, salud, conciencia crítica, adaptación activa y creatividad.

Conclusiones

Excede las pretensiones de este trabajo agotar las relaciones posibles entre los conceptos de Pichon Riviere previos a 1936 y los posteriores. Sólo quisiera sugerir algunos nexos entre aquellas ideas y las del Pichon que funda una psicología que como dirá, será desde el comienzo y en el sentido estricto, psicología social.

El lector tal vez ya habrá reparado en la presencia temprana de nociones que se afirmarán muchos años después. La de un “ambiente, circunstancia, situación” que se ubica como alteridad objetiva al sujeto (Pichon hablará muchos años después de las “relaciones reales” en las que un sujeto emerge).

Es muy significativo que en aquel Pichon esté ya la concepción de un sujeto activo, protagonista y productor (estructurador y transformador de las situaciones que vive).

Al decir que prefiguró o bocetó los desarrollos posteriores de su pensamiento también nos referimos a:

  • la noción de complejidad que recorre toda la obra pichoniana (en aquellos años referida en las nociones de “variedad de la conducta humana”, “circuitos neuropsicológicos de integración funcional”);
  • la interrelación cognitivo-afectivo (consulta previa a la “caja secreta” del cerebro; más tarde hablará de obstáculos epistemofílicos y fantasía inconsciente aunque sin negar nunca a lo largo de su obra la diferencia y articulación de niveles neuro-psicológicos);
  • la relación entre los aspectos fenoménicos y los subyacentes (“sombras errantes del tránsito de nuestra conciencia” vinculados a la vez a la “caja secreta” y a los “soplidos desde el subterráneo”);
  • la relación de fundación recíproca entre sujeto y mundo presente en su definición de conducta, relación que incluye, como ya dijimos el papel protagónico del sujeto humano (“percepción y estructuración de vínculos con carácter egocéntrico, para crear una situación…”).

Tal vez aparezca al lector más concreta –esto es, múltiple y vívida- la afirmación de Pichon-Rivière que transcribimos en el epígrafe de este trabajo donde afirma que su obra multifacética “…puede describirse como la indagación de la estructura y sentido de la conducta, en la que surgió el descubrimiento de su índole social…”.

Vemos que esta “indagación de la estructura y sentido de la conducta” tiene su comienzo –desde el punto de vista científico- en un momento previo a la adopción de la teoría psicoanalítica. Otro párrafo del “Prólogo” del Proceso Grupal lo confirma. “Las primeras aproximaciones a la psiquiatría clínica me abrieron el camino hacia un enfoque dinámico, el que me llevaría progresivamente, y a partir de la observación de los aspectos fenoménicos de la conducta desviada, al descubrimiento de elementos genéticos, evolutivos y estructurales que enriquecieron mi comprensión de la conducta como una totalidad en evolución dialéctica.” 1 (Destacados mios.F.F.)

Es evidente que, previo a su etapa psicoanalítica, desarrolló ideas que por su extensión y profundidad deben ser calificadas como pertenecientes a una primera etapa del pensamiento pichoniano. Podría tal vez ser denominada como “etapa neuro-psicológica-social”. Pienso que el logro principal de esta primera etapa tiene que ver justamente con lo señalado previamente por Pichon y que resalté con negritas: la “comprensión de la conducta como una totalidad en evolución dialéctica”.

Lo más sorprendente es que esta primera etapa contiene el germen – y por ello mismo prefigura- al Pichon Riviere maduro que publica su obra “Del Psicoanálisis a la Psicología Social” como forma de dar cuenta de las grandes modificaciones de su esquema conceptual que como él mismo dice lo llevaron desde el pensamiento psicoanalítico ortodoxo a la psicología social, ciencia basada en una concepción social de la conducta, sana o patológica.

Estos elementos autorizan a plantear cierta modificación en la lectura global de la trayectoria de Pichon-Rivière ya que muestran que este autor va al Psicoanálisis desde una lectura más compleja y concreta del hombre y su conducta. En un lenguaje de articulación neuro-psicológico-social, Pichon había logrado con anterioridad a 1936 (es decir antes de cumplir sus 30 años) una concepción concreta y compleja (y por ello profunda) de la conducta humana.

Sin embargo aquellos logros iniciales carecían de algunos instrumentos teóricos pero habría que decir más precisamente instrumentos técnicos de transformación de las conductas. Estos elementos se los brindaría la teoría y más aún la técnica psicoanalítica

Pichon solía decir por aquel entonces que los hombres éramos un diamante con muchas facetas y que se trataba de hacer “que la faceta brillante de cada individuo ilumine el resto de sus facetas”.

Esta concepción prospectiva de los seres humanos y su subjetividad, su profunda vocación transformadora y la permanente inquietud de cambio lo lleva años después de la etapa que aquí indagamos a cofundar la Asociación Psicoanalítica Argentina aunque luego –en un proceso trabajoso y costoso- a una ruptura no con la APA pero si con muchas de las hipótesis fundamentales del psicoanálisis.

Quiero decir que a aquellas respuestas iniciales – que conjugaban lo más avanzado de diversas corrientes de la época con la originalidad que le era posible a Pichon-, le faltaba la posibilidad operativa. La psiquiatría descriptiva, valiosa en muchos sentidos, era impotente ante la enfermedad mental y la neuropsicología más avanzada si bien brindaba una visión profunda y compleja del hombre no contaba con los instrumentos técnicos que permitieran procesos terapéuticos.

A Pichon-Rivière le entusiasmaba del psicoanálisis una multiplicidad de aspectos pero fundamentalmente el verlo como un instrumento válido de abordaje de la psicosis, centro de sus tempranas indagaciones.

Así lo expresa en el Prólogo del Proceso Grupal:

“La observación, dentro del material aportado por los pacientes, de dos categorías de fenómenos netamente diferenciables para el operador: lo que se manifiesta explícitamente y lo que subyace como elemento latente, permitió incorporar en forma definitiva a mi esquema de referencia la problemática de una nueva psicología que desde un primer momento tendería hacia el pensamiento psicoanalítico.
El contacto con los pacientes, el intento de establecer con ellos un vínculo terapéutico confirmó lo que de alguna manera había intuido; que tras toda conducta «desviada» subyace una situación de conflicto, siendo la enfermedad la expresión de un fallido intento de adaptación al medio. En síntesis, que la enfermedad era un proceso comprensible. (destacados míos. FF. ).

Epílogo

No dijimos aún que por aquella época Pichon-Rivière trabajó como practicante durante dos años en el Asilo de Torres (ó Colonia Montes de Oca) y posteriormente en un Sanatorio Privado. Dice en el libro “Conversaciones” que en esos lugares es donde descubrió que los locos no son una “mala piedra” sino “seres muy sufrientes” y “segregados”; que con ellos “no se hacía nada” ya que sólo se los “aislaba”. Comprobó allí que no había “tratamiento metódico” con ellos.

Escribía -simultáneamente a estas prácticas psiquiátricas tempranas en el hospicio- críticas de arte en la revista Nervio. Como puede verse la integración de arte y ciencia como caminos complementarios en el conocimiento es otro de los elementos que ya están en el joven Pichon.

Entre las cosas que aún no señalamos es que utilizaba un concepto, el de “Conciencia Crítica”, al que le daba un papel muy central en la orientación de la conducta. Este concepto es retrabajado desde una perspectiva dialéctica y materialista en la década del 60’ y del 70’ con la colaboración con Ana Quiroga.

La idea de que el sujeto «interioriza el paisaje» reaparecerá en el Pichon maduro complejizando la noción de mundo interno que adoptará del pensamiento psicoanalítico.

 

En moto al Asilo de Torres:

“En el año 34 ó 35 lo llevé al Asilo de Torres en una moto que Pichon le decía “la bronquítica”. Era curioso con la alegría con que lo recibían los internados. En una libreta ó cuadernillo de cómo 100 páginas llevaba notas cuidadosas la evolución de cada uno de los pacientes. Un día llegamos a Torres y había un loco subido a un árbol y Pichon decía “te voy a cortar el árbol” y simulaba el ruido de cortar “shicki, shicki, shicki, shicki”. El loco bajaba. Pichon organizaba partidos de fútbol. Enfermeros contra internados. Se metía en todo, iba a la cocina a ver como era la comida.”
“Por aquel entonces nos decían “los locos de la innovación”. Nos reprochaban “querer saberlo todo”. Era una época donde no había respuestas a la cuestión de la locura lo que debería justificar un fuerte afán innovador”.

Años después, en el 44/45, Pichon colabora instrumentando grupos, con Miguel Jörg en el tratamiento de pacientes chagásicos. La tarea de estos grupos era sostener la toma de medicación ya que la misma por entonces tenía efectos colaterales molestos en los pacientes.

Sin embargo desde el año 36 había disminuido la frecuencia de reuniones de estos dos compañeros y amigos. Sus encuentros por diversos motivos se hacen mucho más espaciados a partir de los años 40-42. Aún así no se perderán el rastro y cada algunos años retomarán comunicación.

Miguel recuerda un comentario de Pichon sobre “Coca”, su segunda mujer, y el vínculo de ambos. Le dijo “estamos en la música” ( a la vez le señaló que no quería incluirla en sus grupos de pertenencia profesionales, se refirió a ello diciendo querer “moldearla a su manera”. ).

Años después, en un viaje que Jörg hizo a Buenos Aires – desde Córdoba donde residía hacía varios años- se refirió a su nueva compañera, Ana Quiroga, a la que definió como “una mujer de una valerosa entereza”.

Es inevitable terminar este artículo con algunas “postales” de Enrique Pichon-Rivière. Son muchas las imágenes que su figura nos evoca. Espero que el lector, por medio de este texto, “agrande su propio álbum”

Le hemos querido dar un lugar central a las ideas iniciales del joven Pichón. Nos imaginamos el trajín juvenil de nuestro maestro – que al decir de Jörg “no conocía el ocio”-. Imaginamos su esfuerzo por comprender el sentido de las conductas. El desvelo por conocer el papel de esa situación que 10 años después definirá como origen a todas las enfermedades mentales – la tristeza -; su necesidad de iniciar un camino que a través del conocimiento de la variedad de las conductas generara instrumentos y dispositivos aptos para hacer “más plena la existencia humana”.

Texto y contexto

Tal vez puedan realizarse algunas conjeturas acerca de la relación texto-contexto o en otras palabras sobre el vínculo entre las inquietudes y búsquedas del joven Pichon y el horizonte histórico-social de las mismas.
Aparece una relación evidente. Su preocupación sobre “la variedad de las conductas humanas” es una cuestión que se impone en esta década del 30, en una ciudad (Buenos Aires) que ha crecido muchísimo y comienza a tener cierto ambiente caótico y los conflictos propios de una gran ciudad. La época anterior es en cierto sentido más homogénea, propio de una cultura con mayor influencia agraria. La ciudad – y particularmente Bs.As. – impone su diversidad fundamentalmente en función de la variedad migratoria y social.
Pichon indaga la diversidad por – valga la redundancia – diversos caminos:

a) Variabilidad de la conducta animal en función del ambiente1
b) Estudio de las “patologías del hacinamiento” propias de los conventillos de por entonces a los que se dirigirá para hacer encuestas e investigaciones.
c) Observación de la vida cotidiana – apoyado en su maestro y amigo Roberto Arlt -.
d) Estudio de un personaje de la época, Frégoli, cuya actuación consistía en pasar en menos de 5 o 6 segundos de la caracterización de un personaje a otro y así sucesivamente.
e) Encuestas que realizaba a amigos y personas cercanas.
f) Estudio primero autodidácticamente y luego en la Universidad de los cuadros psiquiátricos. Aunque no dijimos vale comentar que a Pichon siempre le parecían demasiado generalizadoras las “etiquetas” diagnósticas y que sin menospreciar las mismas se encargaba permanentemente de particularizarlas, especificarlas.

El estudio de esta diversidad tiene relación a su vez con el “conflicto de culturas” (Ginebra-Chaco, cultura francesa-cultura guaraní) que desde su niñez le instala un desafío: el de encontrar denominadores comunes que le eviten un desgarramiento interno.

Los comienzos de la década del 30 están signados por el creciente empobrecimiento de las mayorías populares de la cual era parte Pichon-Rivière y su familia.(a pesar de provenir de la alta burguesía francesa su situación económica y de clase para entonces se había deteriorado profundamente). El crack financiero del 29 había generado una crisis económica mundial que las clases dominantes argentinas buscaron descargar sobre los más pobres. No es casual que esta década se inicie con un golpe de estado. Tampoco que se la haya denominado “Década Infame”.

“Dónde hay un mango, viejo Gómez?/
Los han limpiao con piedra pómez..”

Cantaba Tita Merello por aquel entonces.

Discépolo en “Yira, yira” agregaba:

“Cuando rajés los tamangos /
buscando ese mango /
que te haga morfar..”

Y Agregaba:

“no esperes nunca una ayuda,
ni una mano ni un favor”.

Esta desesperanza caracterizaba la época como tan bien lo pinta nuevamente Enrique Santos Discépolo en “Cambalache” del año 1935.

Si el comienzo del siglo había mostrado la vitalidad y avance de los sectores populares, en particular el proletariado que producía admiración general por su capacidad de lucha (cuyo hecho internacional principal es la Revolución Rusa de 1917) los años 30 se muestran como años de retroceso popular y empobrecimiento generalizado en el tercer mundo. A la vez se da en Europa un avance rápido del fascismo. En nuestro país tal vez aquella situación de crisis sea comparable, desde el punto de vista popular, a la que se vive -posmodernamente- en esta última década del siglo.

Aquellas condiciones –tanto la revolución rusa como las luchas en la propia argentina y un afán general renovador- habían generado una fuerte respuesta en el campo cultural en el cual aparecen grupos como el de “Florida” y el de “Boedo”. Roberto Arlt, equidistante de ambos grupos, tiene sin embargo sus mejores amigos en el segundo grupo que se caracterizaba por describir con dureza las circunstancias complicadas de amplios sectores empobrecidos.
Pichon tendrá contactos con aquellos movimientos a través de su amistad con Arlt y por la participación temprana en revistas culturales de la época en las que realiza críticas artísticas.
Las grandes crisis sociales, y la del 30 lo fue tanto como la que vivimos actualmente, hacen visibles las múltiples interdependencias que implica la relación sujeto-mundo. Esa debe haber sido, también, uno de los «fundamentos motivacionales de experiencias vividas» a partir de los cuales realizó las indagaciones y conceptualizaciones tempranas que sin duda prefiguran al Pichon-Rivière maduro.

 

Anexo: carta enviada por el Dr. Miguel Jörg.

A FERNANDO FABRIS

Gracias por el envío de «Pichon-Rivière a comienzos de los ’30». Su lectura y relectura ha sido para mí un deleite, por su contenido y el estilo de expresión. Ha sido usted capaz de revitalizar -a través de mis palabras que han cobrado imagen actual- la personalidad y la proyección trascendente de Enrique.
Una imagen puede estar, pero lo mismo que para un pintor, la expresividad no está en los pinceles y la paleta, sino en la capacidad de lograr trasmitir la Realidad del símbolo; así, en esto usted ha sabido manejar el estilo verbal para hacer de mi relato una representación de penetrante realismo. Con ello, allí está Enrique junto a nosotros, de pie, sonriente, locuaz y creador.
Creo que este ha de ser un documento para la posteridad. Pichon-Rivière debe pervivir como uno de nuestros valores humanos hito en el conocimiento y desarrollo de una psiquiatría de avanzada.
Por haber abierto una ventana grande al panorama psicoantropológico, quizás hasta donde en su momento reinaba cierta penumbra.
Nuevamente, mi más cordial reconocimiento hacia su esfuerzo; una verdadera joya intelectual.

 

Fuentes y Bibliografía

  1. Agrupación 17 de Abril. “Historia de la Primera Escuela Privada de Psicología Social fundada por el Dr. Enrique Pichon-Rivière.» Panel-reportaje a Ana Quiroga y Marta Lazzarini. Ediciones 17 de abril. Bs. As.
  2. Autores Varios. Revista “Capítulo. La historia de la literatura argentina”. Centro Editor de América Latina. Bs.As. (Nros. 40 a 42).
  3. Balan, Jorge. “Cuéntame tu vida. Biografía colectiva del psicoanálisis argentino.”
  4. Jörg, Miguel. Comunicación personal. Septiembre de 1998.
  5. Jörg, Miguel. Comunicación Personal. Día 16 de Diciembre de 1998. (3 horas de grabación).
  6. Jörg, Miguel. Casette-Reportaje elaborado por el Lic. Ricardo Silva. Noviembre de 1998
  7. Jörg, Miguel. “Enrique Pichon-Rivière – Sus observaciones básicas sobre el comportamiento animal que le sugirieron orientaciones para su concepto de Psicología Social”
  8. Jörg, Miguel. “El Ser Humano: su comportamiento y conducta”
  9. Jörg, Miguel. Video-Reportaje proyectado en la 1º Escuela Privada de Psicología Social fundada por Enrique Pichon–Riviere. Entrevistador: Ricardo Silva. Presentador y Coordinador de la Jornada: Fernando Fabris. Organizador: CEGREPS de las 1º Escuela. 1º de diciembre de 1998.
  10. P. de Quiroga, Ana. Comunicación personal
  11. P. de Quiroga, Ana. “Origen y fundamentos del pensamiento de Enrique Pichon-Rivière». Ficha de Ediciones Cinco. Clases dadas en 1981.
  12. P. de Quiroga, Ana. «Texto y contexto en la producción de un esquema referencial». Ficha Ediciones Cinco.
  13. P.de Quiroga, Ana. “Lo siniestro, la depresión y el proceso creador” en Enfoques y Perspectivas en Psicología Social. Ediciones Cinco.
  14. Pichon-Rivière, E. Prólogo de “Del Psicoanálisis a la Psicología Social. El Proceso Grupal”. Nueva Visión.
  15. Zito-Lema, Vicente. “Conversaciones con Enrique Pichon-Rivière» Ediciones Cinco.

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