Fernando A. Fabris, Mónica L. Di Leo.
“La vieja oposición entre individuo y sociedad se resuelve entonces en este nuevo campo -el de la psicología social- en el que solo existe el hombre en situación. Pero tal síntesis teórica se enfrenta en la acción con elementos aparentemente antagónicos, como pueden serlo la determinación mecánica por lo social, de un lado, y la libertad individual del otro; es decir, la imitación y la creación. Lo primero engendra un peligro: la alienación; lo segundo desencadena un temor: el miedo a la libertad”.
E. Pichon-Rivière, 1966
Introducción
La práctica de la intervención psicosocial nos confronta ante un conflicto que proviene de las exigencias éticas, por un lado, y las limitaciones del contexto socio-histórico, por el otro. Existe muchas veces una brecha grande e incómoda entre lo posible y lo necesario ¿Cómo no paralizarse ante ese contraste? ¿Cómo no terminar en la resignación o en una indignación que paralicen una posible salida al dilema? ¿Cómo enfrentar la situación problemática sin caer en la ilusión de que el conflicto se resolverá por sí mismo, de modo mágico?
Nuestro objetivo en este texto es pensar posibles respuestas a esas preguntas con el fin de situarnos ante esa contradicción, asumirla y con ello superar pautas abstractas que impidan la posible inclusión crítica en ámbitos de trabajo, ampliando de esta manera el universo de intervenciones posibles de los psicólogos sociales.
Desde una visión mecanicista de la historia los sujetos no tendrían sino que resignarse a cumplir lo que indican las leyes sociales; no habría lugar entonces para la creación, la libertad y la elección. De esa manera, incluso, no tendría sentido plantear la validez de la ética como dimensión de la práctica profesional y menos sostener su irreductibilidad. No negamos la existencia de leyes sociales generales pero consideramos que la libertad y la existencia de alternativas es un hecho real en la historia social, el cual da fundamento a la posibilidad de elección sin la cual no tendría sentido plantear que tal conducta es ética y otra no lo es.
Dice al respecto Pichon-Rivière (1966):
“La psicología social se esfuerza por salvar en cada hombre ese conflicto que lo desgarra interiormente, capacitándolo para integrar su individualidad, su ‘mismidad’ con ese mundo social al que pertenece y al que lo habita.”
Los temas mencionados serán abordamos a través de dos ejes: el dispositivo de taller abierto y la discusión de bibliografía.
El Taller
Hace varios años proponemos a los alumnos de Tercer año de la Primera Escuela Privada de Psicología Social un espacio de taller en el cual los participantes puedan expresar sus pensamientos en un clima de sinceridad que favorece la explicitación y reflexión sobre las ideas propias y de los otros.
Nos fundamentamos en las ideas de Pichon-Rivière quien inscribe su perspectiva en la tradición de la mayéutica, es decir en la invención socrática que propone que cada uno elabore su pensamiento en el marco del vínculo con otro y basado en la pregunta. Pichon-Rivière en la psicología social y Paulo Freire, con su pedagogía de la pregunta, son exponentes latinoamericanos de esa filosofía originada en la antigua Grecia, que elude las certezas paralizantes y rescatan los pensamientos de los otros.
La metodología de trabajo en el taller permite encontrarse con la dimensión ética de la práctica profesional, muchas veces inadvertida. A través de dramatizaciones sobre escenas, los alumnos logran situarse como futuros profesionales y a partir de allí generar interrogantes y posibles respuestas.
Las distintas experiencias realizadas durante estos años nos lleva a afirmar que el Taller de ética tiene un efecto de esclarecimiento por el cual se re-valora la práctica de futuro operador. Se reconsidera también la importancia de la formación permanente, la supervisión, el trabajo en equipo, la actualización constante, la necesaria reflexión y sistematización de la experiencia profesional, la transmisión de los conocimientos, la investigación de lo no conocido y otros modos de desempeño profesional que aumentan el carácter ético de la práctica.
La reflexión sobre la ética en la psicología social permite: a) hacer consciente la perspectiva ética que cada alumno tiene, b) encontrar formulaciones teóricas acordes a esa perspectiva, c) identificar la incongruencia del propio marco referencial (si la hubiere) d) encontrar salidas posibles a los problemas éticos planteados a través de dramatizaciones de situaciones imaginarias aunque verosímiles.
En el marco del Taller se exponen diferentes formas de pensar los conflictos y se confrontan distintas perspectivas ideológicas. Llega a percibirse que la dimensión ética de la práctica profesional será una dimensión relevante a lo largo de todo su desempeño. Los alumnos adquieren una mayor sensibilidad ante la problemática, mayor conciencia de la implicación personal y de su propia responsabilidad para con las personas y grupos que serán los destinatarios de sus intervenciones.
La ética no es absoluta y sin embargo es valida
Nos basamos en el desarrollo de este punto en el trabajo que realizar Erich Fromm acerca de la relación entre lo que se denomina ética universal y ética socialmente inmanente. Fromm cuestiona la idea de una ética absoluta. ¿Qué es la ética absoluta? ¿Qué son esas exigencias éticas que se nos presentan como absolutas? Este autor seña que suele entenderse que las proposiciones éticas absolutas son certezas que provienen de autoridades terrenales o supraterrenales, inobjetables, que no requieren revisión y actualización ya que son omnisapientes, etc. (1953, p. 256).
“La esencia de esta pretensión es el concepto de que la autoridad no puede equivocarse y que sus mandatos y provisiones son eternamente verdaderas” (Fromm, 1953, p.256).
“Nos preguntamos, ¿lo ético para ser válido tiene que ser “absoluto” como lo consideran las creencias teístas de la existencia de un poder absoluto-perfecto en comparación con lo relativo-imperfecto que refiere a lo humano?” 1
Si nos remitimos a la historia de la ciencia, encontramos evidencias acerca de los modos por los cuales se va construyendo determinado conocimiento a lo largo de la historia, con avances y retrocesos y en un movimiento, tomado en su conjunto, en espiral ascendente. “El conocimiento científico no es absoluto sino óptimo. Contiene la verdad óptima obtenible en un período histórico dado”, dice Fromm (1953, p.257) quien agrega:
“Podemos ser muy breves al refutar la idea de que las normas éticas a fin de ser válidas, deben ser ‘absolutas’. Este concepto (…) ha sido sobreseído en todos los demás campos del pensamiento científico, donde generalmente se reconoce que no existe verdad absoluta pero a pesar de ello existen algunas leyes y principios objetivamente válidos” (Fromm, 1953. p.257)
La construcción de una ética universal
Considera Fromm que existe un proceso de interrelación mundial por el cual desde los orígenes de la humanidad, se generaron diferencias y antagonismos entre culturas, países y clases, pero también una interrelación que contribuyó a integrar saberes y costumbres, crear conocimientos y éticas que sintetizan lo mejor de cada cultura.
En Latinoamérica tal vez haya sido más fuerte la devastación cultural y económica, realizada por los países coloniales y luego el imperialismo; pero también hay síntesis y diversidad, como lo señala Simón Bolívar en su discurso de la Angostura.
Existe de hecho una síntesis cultural latinoamericana, que incluye la variación y que se muestra hoy en una confluencia por la que se asoman posibilidades de cambio social, en la medida en que el redescubrimiento de lo que nos une como pueblos conduce a un grado mayor de conciencia. Esta conciencia, que es regional y nacional, se expresa también como conciencia de clase, en la medida que se recupera la valoración de lo colectivo y lo popular.
¿Qué es “lo colectivo y lo popular”? Existen muchas definiciones. Explorando el tema nos encontramos en el prólogo del libro de G.R. Kusch con algunos interrogantes ¿Que significa pueblo? Es un símbolo, encierra el concepto de lo masivo, de lo segregado, arraigado y de lo opuesto a uno. El sujeto participa en su construcción desde lo más profundo de sí mismo, desde lo que no se quiere ser. Aunque no queramos todos somos pueblo y la segregación hace a la ambigüedad que mantenemos frente a ese símbolo: “Pueblo”. Nos asumimos y no nos asumimos frente al pueblo, es esa contradicción y el temor de que lo referente al pueblo ensombrezca la constitución de nuestro ego.
Afirma Kusch, en El decir de la palabra, que hay palabras comunes y palabras grandes. La palabra grande trasciende la palabra común. No hay lógica que exprese esto, pero una meta-lógica que podemos explicar de una manera sencilla. ¿Si yo digo manzana, es lo mismo que yo diga Pueblo? Quizá nombremos más veces manzana, pero la otra palabra se desempeña en el silencio, en nuestra interioridad y constitución de nuestra ideología.
La palabra Pueblo es una palabra grande, es el silencio de lo inexpresable, en la ceremonia del rito, o en la costumbre y su sentir hace a la totalidad. Es así que parece oponerse lo popular al decir “culto “. Por mucho tiempo se escamoteo lo popular como palabra común, cuando en realidad es la palabra grande. De ahí la necesidad de retornar la base, y la importancia de América.
Saber que hay que hacer desde el punto de vista culto en este siglo es confuso, no se sabe qué hacer. Pero el pueblo si lo sabe, aun cuando no quiera hacer nada. En el dejarse estar se reserva la posibilidad del hacer propio. En la espera deja pasar el tiempo que no es el suyo y en ese crecimiento de lo popular está la sorpresa de saber alguna vez lo que hay que hacer. 2
¿Una ética universal?
Según Erich Fromm los términos ética absoluta y ética relativa son de significación confusa y equívoca. Propone utilizar las categorías Ética universal y ética socialmente inmanente.
La ética universal son las “normas de conducta cuyo fin es el crecimiento y el desarrollo del Hombre” (p. 256) Los grandes sistemas de creencias expresan muchas normas en las cuales tienden a coincidir.
En psicología social podríamos referirnos, siguiendo a Pichon-Rivière, operar en la dirección de “hacer más plena la existencia humana” y en un sentido también relevante, “aumentar la salud mental en una comunidad concreta”. Esta definición puede ser válida para cualquier cultura.
La ética socialmente inmanente, según Fromm, son las normas necesarias para el funcionamiento y supervivencia de una sociedad y sus miembros (y no de otra sociedad u otros miembros) conteniendo mandatos, prohibiciones y metas sociales disponibles.
Sin embargo esta ética socialmente inmanente puede ser contraria a la ética universal hecho que sucede especialmente donde hay dominación y explotación sobre la mayoría. (p.261)
Una de las características de una sociedad con una fuerte estructura de dominación es que uno de los sectores, el dominante, va a hacer todo lo posible para moldear la estructura de los sujetos con el fin de reproducir ese orden social.
Por ejemplo el “ser industrioso” es el rasgo que va a promover en los sujetos la clase dominante, el cual es congruente con el desarrollo de las fuerzas productivas en el capitalismo. La “valentía” será un rasgo promovido en épocas de guerra. Algunas normas difieren no entre distintos tiempo históricos o entre comunidades distintas sino entre distintas clases sociales en una misma sociedad: la “modestia y obediencia” se la reserva frecuentemente a las clases dominadas así como la “ambición y agresividad” a la clase dominante.
La ética social inmanente está ligada al interés individual en la medida que se pertenece a una sociedad de la que se depende para la sobrevivencia.
Ética y poder
Cuando hay dominación de la minoría “los intereses del grupo privilegiado están en conflicto con los intereses de la mayoría”. (Fromm. Pag.241)
El conflicto de intereses crea un conflicto de perspectivas éticas. Pero sucede un hecho ineludible.
“Puesto que la sociedad funciona sobre la base de tal estructura de clase, las normas impuestas a todos por los miembros del grupo privilegiado son necesarias para la supervivencia de todos los miembros de la sociedad hasta que no se modifique fundamentalmente la estructura de la misma”. (p. 261).
Sigue Fromm señalando que los sectores dominantes dirán que las normas son iguales para todos y que se derivan de los intereses generales de la humanidad.
Aunque no sea agradable reconocerlo es fácil constatar que en las sociedades de clase los miembros de las clases subalternas dependen, en parte, para la sobrevivencia del cumplimiento de las normas impuestas por el grupo dominante. Al menos en este presente.
Al respecto Terry Eagleton (2010) dice, que un futuro deseable debe ser un futuro posible, y no lo mide en términos de optimismo o pesimismo sino en términos de realismo, es decir, como condición necesaria para cualquier tipo de acción moral o política. Señala que puede ser que la gente no piense habitualmente en las teorías de la plusvalía, pero si alguien trata de construir una autopista a través de sus patios, o cerrar escuelas de sus hijos van a protestar rápidamente. Agrega, con intención polémica: “Es racional, resistir a un poder injusto si uno puede hacerlo sin demasiado riesgo y con una razonable posibilidad de éxito, pero desde mi punto de vista, también es racional rehusarse al cambio político radical sino están las condiciones dadas y las alternativas sigan siendo peligrosas y oscuras.”
Paulo Freire se pregunta: ¿hay que estar afuera o adentro de la estructura de poder? Afirmando que nadie está fuera de esa estructura ya que se está en la misma como dominador o como dominado dice:
“Soñamos y trabajamos para recrear el mundo y hacer una sociedad menos malvada y al mismo tiempo estamos incluidos en una estructura de poder que explota y domina”.
“Esto nos hace mal pero al mismo tiempo nos permite asumirnos como un ser dual y en esa confirmación critica, comienzo a pelear para no serlo. Es una tensa relación dialéctica entre lo existente y lo posible a transformar. Lo que soy y soñar lo que puedo ser”. 3
En esta misma dirección consideramos que los límites de cada tiempo histórico y cada lugar social, respecto del desarrollo de la ética universal, es un hecho trágico, una asunción dolorosa. Pero sólo sobre esa asunción se constituyen esfuerzos pertinentes de comprensión científica y política de la desigualdad y se establecen luchas sociales para revertirlas.4
Carlos Marx consideraba que si los hombres se hacen a semejanza de la sociedad en que viven entonces de lo que se trata es de hacer una sociedad más humana. Y decía que son justamente los hombres y mujeres de la sociedad actual quienes van a construir esa sociedad nueva.
Para finalizar
El estudio de la Ética contribuye a pensarse como un ser situado en el tiempo histórico y la estructura social. A partir del reconocimiento de la dualidad que supone la sociedad de clases es posible iniciar un camino de transformación en la que somos sujetos y objetos, transformando el mundo y simultáneamente a nosotros mismos. Las decisiones que se tomen, es decir lo que hagamos con lo que otros hicieron con nosotros, serán el marco para evaluar el carácter ético o antiético de nuestros actos y nuestras prácticas.
Es necesario establecer un tiempo para esclarecer los propios valores, comprender la naturaleza de las situaciones y reducir la ambigüedad. La ética, comprendida de modo no dogmática, no es un mero conjunto de artículos jurídicos, o principios abstractos.
Desde el punto de vista de la intervención psicosocial es importante tener en cuenta las relaciones reales y dentro de ellas las relaciones de fuerza sociales, políticas y culturales existentes. Sobre esa base se establece una direccionalidad en la intervención del psicólogo social que consiste, en todos los casos, en generar las condiciones en las que sea posible la decodificación de lo necesario y la creación de estrategias y acciones de cambio, lideradas por los propios protagonistas.
Se puede contribuir, de esta manera, a grandes cambios sociales que se dan en momentos clave de la historia, y a otros que sin ser estructurales, potencian la adaptación activa, la salud mental y la creatividad social. Se contribuye a crear un factor disposicional a la salud a nivel individual, grupal, institucional y comunitario que puede ser considerado uno de los objetivos fundamentales del trabajo de los psicólogos sociales.
Bibliografía
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- Töpf, J. (1996). Cuando el conocimiento es también una ética. Actualidad Psicológica. Año XXI. N° 231, mayo.
- Cuando los demás entran en escena nace la ética: es la idea fundamental que sostiene Umberto Eco, en su diálogo con el sacerdote Carlo Martini. Se trata de un debate entre dos intelectuales que reflexionan sobre el carácter absoluto y/o relativo de la ética, y los modos laicos y religiosos de comprender la cuestión ética. Desde la perspectiva católica existe un absoluto espiritual que organiza la ética y desde el punto de vista laico, que sostiene Eco, la ética como ética laica que nace cuando los demás entran en escena. En un intercambio amistoso y sin concesiones, en el que se confronta la ética laica y la ética religiosa, encontrando numerosos puntos de encuentro e interesantes paradojas. Por ejemplo, la del comunista a quien increpó Eco en su adolescencia, preguntándole por la muerte y descubriendo, en la respuesta de este comunista, una evidente ética laica, basada en una trascendencia (y en ese sentido tenía que conceder cierto lugar a la opinión del obispo). Por otro lado el comentario que también hace Eco sobre un religioso a quien le escucho decir que el papa Juan XXIII debería ser ateo por lo mucho que quería a las personas.
- Dice David Harvey cuando le preguntan ¿cuál puede y debe ser el papel de los intelectuales o universitarios críticos? “No creo que los universitarios conozcamos mejor el mundo que cualquier otra persona. Mi opinión es que cuando trabajo con organizaciones sociales, estas saben que es lo que quieren y lo hacen mejor que yo, y no es mi tarea decirles que tienen que hacer, eso ni se me ocurriría. Pero cuando tal vez yo puedo ser útil, es cuando quieren saber cómo lo que están haciendo se relaciona con lo que ocurre en el capitalismo, cual es la relación entre lo que hacen y la lucha anticapitalista. Si quieren reflexionar sobre esta relación, podemos sentarnos juntos y tratar de comprender lo que hacen en relación con prácticas y cuestiones más amplias. Creo que en el mundo universitario tratamos de desarrollar este panorama de cómo funciona la economía, o como se aplica la política, y a veces esto es útil para las organizaciones políticas y los movimientos sociales. Así que creo que es preciso mantener abiertos los espacios en el interior del mundo universitario para trabajos progresistas y estrechar lazos con organizaciones sociales para aprender de ellas y que ellas aprendan de nosotros en el proceso de lucha política”. http://www.kaosenlared.net/component/k2/item/52809-capitalismo-entrevista-con-david-harvey-el-neoliberalismo-como-proyecto-de-clase.html
- El Estado en transición-Álvaro García Linera (2015). Una experiencia que merece ser nombrada es la del estado plurinacional de Bolivia que busca establecer una dialéctica productiva entre “poder estatal” y “autonomía de la sociedad”. “Peleamos por el estado como ampliación de derechos, pero simultáneamente reforzamos lo social y lo autónomo, para impedir que eso común se autonomice, se enajene y se vuelva contra la propia sociedad. Es un falso debate autonomía o estado. Cuanto más lucho por el estado más debo pelear por la autonomía de la sociedad y cuanto más lucho por la autonomía de la sociedad más debo luchar por la propia transformación del poder del estado. Lo uno por lo otro, lo uno para lo otro”.
- En “El corazón del hombre”, libro de E. Fromm se afirma una idea central: la relación que existe entre las buenas decisiones del punto de vista ético, con la salud mental, y las malas decisiones, desde el punto de vista ético, con la enfermedad mental, en la medida que las decisiones antiéticas van endureciendo el corazón del hombre, cuestión que hace imposible la felicidad. Esta idea de Fromm contradice una parte del pensamiento popular que piensa que la ética no es algo útil, que ser bueno sirve de nada, e incluso, que la ética es un consuelo para los perdedores y los infelices, los que no supieron triunfar o ganar. Contraria a esta idea popular es otra idea, también popular, que expresa Yupanqui: “lo que no se da se pierde”.
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